Sello Educativo
Nuestro trabajo pedagógico se sustenta en un currículo integral y personalizado, en el cual el educador es un facilitador de aprendizajes, un orientador y no un dirigente, el educador conoce el quehacer educativo y tiene claro que no es el único centro del que emanan las experiencias de aprendizaje, ya que el niño y niña aprende tanto dentro como fuera del aula, y su principal fuente de aprendizaje y de donde adquiere la socialización primaria es de su entorno inmediato: su familia.
En este currículo personalizado, el concepto que se tiene de niño y niña dentro surge de la base que éste es un currículo eminentemente filosófico, con una postura humanista, dirigida a lo que implica el “ser persona”, lo cual es una forma de favorecer el desarrollo del hombre en su condición de hombre. Define al niño y niña como una persona en crecimiento, como un sujeto activo de su propio desarrollo, con intereses, gustos y pensamientos propios, quien por su acción y con ayuda de las personas de su alrededor, se involucra en un proceso de perfección permanente, ya que está en constante aprendizaje a lo largo de la vida.
“El respeto y la felicidad, como metodología para la estabilidad”
El respeto en Educación Parvularia se transforma en un valor educable cuando se practica de manera sistemática, lo que facilita en los menores desarrollar el orden, el compañerismo y la solidaridad; potenciando así la tolerancia y el reconocimiento de cualidades y características de los demás. Este contexto genera que los niños y niñas se sientan respetados y, por ende, aprendan a convivir respetando los derechos y sentimientos de las demás personas que le rodean.
La felicidad se transforma en uno de los principales objetivos a desarrollar en nuestros niños y niñas, generando espacios felices en su entorno; atendiendo sus necesidades, respetando la unidad y singularidad de cada uno, incentivando a disfrutar los momentos y fomentando las relaciones alegres, para que los educandos aprendan a ser felices también. Los niños y niñas felices son capaces de desarrollar y afrontar cualquier desafío o tarea que se les presente a lo largo de su vida, puesto que una educación positivista del mundo hace que los menores sean más seguros y crean más en sí mismos. Existe la convicción de que una persona positiva controla mejor su mente, interpreta mejor la realidad y es capaz de alcanzar una felicidad plena.
Entonces, así es como creemos fielmente en que una persona respetuosa y feliz puede enfrentar su vida de manera segura y estable, lo que facilita el desarrollo de la tolerancia a la frustración y la visión optimista ante la adversidad.